La vieja vizcacha.
Ilustración para la revista Axxón Ciencia Ficción.
La Vieja Vizcacha
Por: Hugo A. Ramos Gambier
El sol nos acompañó y alentó en un informal picadito de fútbol con mis primos, en casa de la abuela, durante toda la tarde. Luego, fue cayendo detrás del maizal, lentamente. Alargaba las sombras y nos regalaba el momento propicio para jugar a las escondidas.
—¿Quién cuenta? —dijo Carlitos.
—¡Piedra, papel o tijera! —gritó Sonia. Y, como siempre, perdieron: contaban las chicas.
Enseguida, Carlitos y yo corrimos a escondernos en el fondo.
Con mi primo, siempre creímos que el terreno de la abuela terminaba en el alambrado del fondo, cubierto por una espesa enredadera trepadora que no dejaba ver nada más allá.
Fue toda una sorpresa descubrir aquella puerta de alambre, camuflada entre tanta maraña de hojas. Pero lo más sorprendente estaba del otro lado.
Cuando cruzamos, quedamos frente a una pequeña casa. Una casita caída en el abandono. La enredadera revestía el patio como una alfombra, parecía un monstruo de hojas verdes que ya había trepado buena parte de la vivienda y se la iba tragando...
Lonely Toons
jueves, 19 de noviembre de 2015
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jueves, 31 de octubre de 2013
sábado, 19 de octubre de 2013
Instrucciones para llorar.
Dejando
de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar,
entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que
insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u
ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido
espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente.
Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca.
Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.
Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca.
Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.
Julio Cortázar
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